El poder que ejercen, al igual que todas las criaturas de Dios, deriva de Él. Su poder es restringido, aunque muy grande.
No son capaces de hacer lo que sólo a la Deidad corresponde, actos tales como crear, actuar sin medios o escudriñar al corazón humano.
Ellos pueden influenciar la mente humana como una criatura puede influenciar a otra.
Se hallará que los seres humanos pueden impedir la influencia de los malos espíritus sólo por el poder de Dios (Efesios 6:10-12; 1 Juan 4:4).
Aun en el caso de un ángel, él puede pedir la ayuda divina al estar en conflicto con un ángel malo (Judas 9).
Ver 2 Samuel 24:15-17; 2 Reyes 19:35.
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